Martín y Jonathan Vainerman son mellizos. Uno fana de Atlanta, el otro de Chacarita. Una historia para conocer de cerca y entender que el clásico se puede vivir y disfrutar sin violencia ni odio. Un imperdible mano a mano entre bohemios y funebreros, apostando a un fútbol sin violencia y para las familias.

Jonathan y Martín. Dos equipos, misma pasión.

 

–Martín y Jonathan, esto es único, mellizos, uno de Atlanta y otro de Chacarita. ¿Pueden explicar cómo es posible esto?

–(Martín.) Y todo es posible… Ser mellizo no significa tener los mismos gustos, y cuando nos preguntan en qué nos diferenciamos, éste es uno de los ejemplos más claros. Nacimos siendo los dos de Atlanta. Mi viejo nos llevaba a la cancha de chico con las camisetas puestas, hasta que mi abuelo, socio vitalicio de Chaca, le regaló una camiseta. Él dice que ya la tenía, y se lo llevó para la vereda de enfrente, mientras que la camiseta que él usaba de Atlanta mi vieja ¡la llegó a usar de trapo de piso!

–(Jonathan.) Somos un caso atípico. No conozco otro caso así realmente. Nuestro viejo es hincha de Boca y por el barrio siguió a Atlanta en muchas campañas. Cuando éramos chicos, yo calculo que hasta los 4 o 5 años, nos llevaba a los dos a ver a Atlanta a la vieja tribuna de madera. Todavía tengo en mi cabeza un recuerdo muy nublado de ir sobre los hombros de mi viejo. También íbamos al Club Villa Crespo a la colonia y a la pileta, por lo que Atlanta estaba siempre cerca. Ahora viene el tema. Mi abuelo, ya fallecido hace unos años, era socio vitalicio de Chacarita. Enfermo de Chaca. Mi abuelo, el papá de mi mamá, también hincha de Chaca. La familia se dividía entre mi viejo de Atlanta, mi vieja de Chaca y obviamente mi abuelo materno, como te decía recién de Chaca. A los 6 años no tuvo mejor idea mi abuelo que regalarme la camiseta tricolor. Yo mucho no entendía todavía pero la adopté. Empezamos a ir a los clásicos, mi viejo con Martín por un lado y mi abuelo y yo por el otro.

–¿Y cómo viven los clásicos?

–(Martín.) La verdad es que de chico, en la década del 90, en los clásicos íbamos con mi viejo a la tribuna de Atlanta, y del lado de enfrente estaba mi abuelo con mi hermano. Terminaba el partido y comentábamos cómo lo había visto cada uno del lado que le había tocado. Ahora, para volvernos a ver pasaron doce años, y al no haber público visitante, nos obliga a uno de los dos a vivirlo por TV. Personalmente, cuando se juega en Villa Crespo, le mando fotos desde la tribuna para que vea cómo se vive desde adentro, ¡ja!

–(Jonathan.) Siempre que discuto con un hincha de Atlanta digo lo mismo. La estrellita dorada arriba del escudo es de un torneo de Primera División. La tuya de la copa Suecia… ¡ja! Hablando en serio, es todo un tema. Particularmente siento que el que se jugó hace dos años en Villa Crespo por la B Nacional fue el primero que pudimos vivirlo a full porque el último que se había jugado había sido en 1999 cuando nosotros ascendimos a Primera A y Atlanta descendió a la B Metro. Desde allí no hubo clásico por 12 años, cada uno en su categoría. A pesar de que estuvimos mucho tiempo dos categorías por encima, las cargadas siempre fueron en su justa medida. Particularmente estoy contento de que hayamos vuelto a reencontrarnos, que haya vuelto este clásico que tiene mucha historia y que es uno de los más antiguos del fútbol argentino.

–Me gustaría saber qué opinan de los últimos incidentes en San Martín. ¿Ustedes cómo los vivieron?

–(Martín.) Fue lamentable, es el fiel reflejo de la sociedad. Veía las imágenes por tele y parecía una película, un patrullero incendiado, gente de Chacarita entrando libre e impunemente a la tribuna visitante con palos y tirando piedras; no había una custodia policial para nosotros. Y además miedo porque tenía gente conocida ahí en la tribuna. Una locura. Lo peor de todo es que la sanción fue por los cantos racistas, ¡y no por la violencia!

–(Jonathan.) Yo estaba en la cancha ese día. Fue una sensación muy fea, ya que hace rato que vengo quejándome y yendo a la cancha con un malestar por el tema de los cantos discriminatorios. Primero porque soy judío. Segundo porque todos sabemos que si los cantos están presentes, hay quita de puntos para el club. Chaca peleaba el descenso y jugaba contra un rival directo en la lucha por no descender. A eso sumale que, siendo el clásico, tenés que ser muy tonto para cantar esas cosas. Es como gritar “sáquenme puntos”. Eso no lo entiendo. La sensación de estar en tu tribuna y que maleducados, no son todos, griten: “Ahí viene Chaca por el callejón matando judíos para hacer jabón” o “El que no salta es un judío” es de amargura, bronca y mucha impotencia. Es una controversia ya que estoy rodeado de gente con la que me identifico como hincha y a la vez esa misma gente está insultándome por mi religión. Luego de aquellos incidentes sentí que descendimos en ese momento, pero lo deportivo es lo que menos me importaba porque tranquilamente en la tribuna de enfrente podría haber estado mi hermano, mi viejo o algún amigo. Sentí que debía hacer algo. Entonces al otro día del partido llamé a una radio partidaria y expresé mi malestar y mi bronca, no sólo contra los maleducados que cantaron y agredieron sino también contra algunos periodistas partidarios que utilizan su Twitter personal para fogonear la previa mediante insultos, provocaciones con la religión, etc. ¿Lo peor de todo? Cuando corté pensaron que era hincha de Atlanta.

Los carnets de socios de los hermanos

 

– ¿Son de colaborar o participar activamente en el club del que son hinchas?

 

–(Jonathan.) En este momento la única participación directa que tengo con el club es la de ser socio. Me gustaría formar parte de alguna de las subcomisiones que tiene el club, como la de Marketing, por ejemplo. Todo lo que sea para ayudar al club a conseguir sponsors e ideas creativas para que crezcamos como institución me atrae. Pero la realidad es que hoy por hoy te repito sólo colaboro con el club pagando mi cuota social.

 

–(Martín.) Yo colaboro con la gente de futbol senior de Atlanta. Me encargo de cubrir el torneo a través de la red social, haciendo el minuto a minuto los días del partido, ya que al no haber público la gente no tiene la posibilidad de ir a verlos. Además, a Chaca en el clásico senior le ganamos 7 a 0, y lo llevé a Jony para que lo vea ese día, ¡je, je!

 

–¿ Y en la previa cómo viven en la familia el partido?

 

–(Martín.) Lo vuelvo loco a mi hermano con información de Atlanta, y, aunque no le interese saber, con el inconsciente lo pongo al día. Es un trabajo psicológico. Él hace lo mismo conmigo, me pone radios partidarias, notas para leer en el escritorio de la PC que nunca leo y van directo a la papelera, fotos de jugadores, fondos de escritorio; en fin, es una lucha constante.

 

–(Jonathan.) La previa es lo mismo que cuando no se enfrentan. Cada uno se informa todo el tiempo con las páginas y radios partidarias, Twitter, etc. Estamos constantemente mandándonos las novedades, uno al otro. Por ejemplo, si yo veo algo llamativo importante o lo que sea, enseguida se lo mando por mensaje y él lo mismo. Es como una necesidad de que el otro esté al tanto de lo que pasa en su equipo. Que no haya público visitante hace que sea distinto a los demás clásicos porque yo voy cuando juega en San Martin y mi hermano cuando se juega en Villa Crespo. No da ir camuflado porque se vive con tanta intensidad que por ahí se escapa un grito, un gesto y termina todo mal. Hasta ahora los últimos clásicos desde que volvieron en el 2011, fueron empates, y no hubo cargadas. Espero que después del próximo pueda enfermarlo.

 

–Imagino que tendrán muchas anécdotas entre ustedes…

 

–(Martín.) Recuerdo que él todos los días grababa un programa partidario de Chacarita, y a la noche cuando apagaba la luz para ir a dormir, ponía play y me tenía que bancar todo el programa porque dormíamos en la misma habitación. O ver cómo pegaba en su pared pósteres y fotos de Chacarita. ¡Imaginate levantarte todas las mañanas y tener que verle la cara a Carucha Müller!

 

–(Jonathan.) Mi primer partido en San Martín fue con Almagro en 1994. Ese día fue atípico por dos motivos. El primero, porque en la cancha estaba el por entonces presidente Carlos Saúl, que era amigo de Luis Barrionuevo. Fijate que no lo nombro por completo por las dudas [NdR: se toca el testículo izquierdo]. Ese día Almagro llevó un sólo juego de camisetas color blancas. Chaca también tenía un único juego de camisetas blancas por lo que el partido se retrasó como una hora. Los hinchas tuvieron que prestarles a los jugadores sus camisetas y se las tiraban desde la tribuna para que estampen el número. Lo más gracioso era que el Gato Leeb jugaba con una camiseta Adidas, Nicastro con una Taiyo, De Bonis con una Topper, etc. Un gesto que marca lo que es la gente de Chaca, único.

 

–(Martín.) Hubo un clásico en Villa Crespo cuando jugábamos en el Nacional B, en los 90, que los hinchas de Chaca, rompían las baldosas y nos tiraban piedras desde la popular hacia la platea, y yo desde mi lugar veía a mi abuelo con mi hermano en un costado mirando la situación. Increíble.

 

–(Jonathan.) A mí me pasa algo muy loco. Al vivir en Villa Crespo me saluda gente que no conozco. Hinchas, periodistas, algunos ex jugadores que conocen a mi hermano y mi respuesta siempre es la misma: “Yo soy el de Chaca, somos mellizos”. Siempre con buena onda, como debe ser. En 1998 para nuestra fiesta de bar mitzvá pensamos en hacer un videoclip para nuestra entrada al salón cada uno saliendo a la cancha con su equipo. Estaba todo arreglado, mi viejo hincha de Atlanta había conseguido por contactos que cada uno saliera por la manga con los jugadores o ir a un entrenamiento a hacer algo con los jugadores. Se frustró porque ese año en Chaca estaba Mostaza Merlo y la gente estaba disconforme por los resultados y había un clima feo. Entonces nos dijeron: “Si quieren pueden venir a filmar, pero si se pudre todo nadie se responsabiliza por los equipos de video”. Así que lamentablemente no pudo ser. Después de aquel descenso en la Promo con Chicago, el primer partido de la B Metro me tomé un micro y me fui a Rosario a ver a Chaca, que llevó casi 4 mil personas. Fue una locura el equipo venía de descender y la gente como siempre apoyando en las buenas y en las malas.

 

–(Martín.) La más reciente, ahora que lo recordás, fue el día que Chaca descendió el torneo pasado por penales con Chicago. Yo estaba en Galerías Pacifico, de compras, mientras se jugaba el partido, ni sabía la hora que era, pero sabía que se estaba por terminar el partido y mi hermano estaba en la cancha. Cuando salgo del local, me sorprendo al ver en el patio de comidas mucha gente mirando un televisor, y me acerco inmediatamente para ver qué pasaba. Le pregunto a uno qué era lo que estaba pasando, se veían imágenes de hinchas llorando. Me explica la situación. Habían cobrado en la última jugada del partido un penal para Chacarita, si lo hacía se salvaba, y si lo erraba descendía. Le comento que mi hermano estaba ahí, y me responde: “Mirá, yo soy de Atlanta, ojalá lo ataje y se vayan”, lo miro y le digo: ” ¡Somos dos!”. A todo esto, ataja el penal el arquero de Chicago, y vemos a Pasini festejando confundido y luego llorando tirado en el piso en solo un segundo. ¡Increíble! Nos abrazamos y festejamos el descenso de Chaca a la B Metropolitana, que días atrás nos había tocado a nosotros. ¡Momento único!

 

– ¿Y que apostaron para el 26 de enero?

 

–(Martín.) Nada, no soy de apostar. Pero no le conviene perder, ¡porque lo voy a volver loco en toda la semana!

 

–(Jonathan.) No somos de apostar entre nosotros. Sí con amigos o conocidos, que tengo muchos de Atlanta. Igualmente me imagino un partido muy parecido a los últimos tres. Sin arriesgar demasiado, ninguno va a querer perder el primer partido del año y menos contra su clásico rival. Atlanta está puntero y Chaca viene de cerrar un año con tres victorias al hilo. Le tengo fe al equipo, más allá de la gran crisis institucional y económica que estamos pasando. Venimos bien en el torneo, bien en la Copa Argentina y ojalá que este semestre se dé el ascenso con el Tano.

 

–Chicos, déjenles un mensaje a los hinchas.

 

–(Jonathan.) Al hincha de Chaca no se le puede decir nada porque no va a estar presente. Sí, me gustaría pedirle al hincha de Atlanta que aliente a su equipo sin ofender con cantos discriminatorios a Chacarita. Alguien tiene que empezar a dar el ejemplo para que desaparezca de una vez por todas la discriminación en los estadios. Igualmente pienso que eso tiene que ver con la educación y la cultura que se debe trabajar afuera. Lo que pasa en las tribunas es un reflejo de la sociedad en que vivimos, donde no se respeta al prójimo y donde ser de un equipo o de otro es una cuestión de vida o muerte. Hay que tomárselo con calma y que el folclore pase por otro lado, por los papeles, las banderas, los bombos, las trompetas y chicaneando al rival, pero sin faltar el respeto.

 

–(Martín.) Simplemente, a los hinchas de Atlanta, que vivamos el clásico como una fiesta, con el folclore, sin entrar en el terreno de la discriminación y venganzas por lo ocurrido en el penúltimo clásico en San Martín.

Gracias a los amigos de Sentimiento Bohemio por la nota,

El año pasado Jonathan estuvo muy cerca de ser relator de Aqui chacarita,despues decidi seguir yo relatando,pero en cualquier momento se nos viene con nosotros.hace rato que lo conozco y siempre me cuenta las desdichas de tener un hermano asi jaja,y asi conozco muchas familias que estan divididas solo por los colores,hoy haciendole una nota al gran Petrocelli

arquero campeon del 69 le preguntaba que fue lo mas lindo de ese campeonato y Petro me decia “la vuelta del estadio de Racing,y la gente de Atlanta saludandonos por el camino,eran lindas epocas.el clasico era sagrado y las tribunas eran una fiesta”.

Pepe.